sábado, 2 de mayo de 2015

Un mundo dividido

UN MUNDO DIVIDIDO: DOS BLOQUES EN TENSIÓN

El fin de las guerras mundiales no significó la paz y el equilibrio internacional. Entre las potencias vencedoras surgieron conflictos por el reparto del mundo. Estados Unidos e Inglaterra impulsaron, sobre los territorios liberados, el establecimiento de democracias liberales, mientras que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) propuso el establecimiento de gobiernos comunistas o similares. Esta diversidad de intereses condujo a la conformación de dos bloques antagónicos; cada uno con su modelo sociopolítico e intereses expansionistas. Uno, el occidental, liderado por Estados Unidos, se enmarcó dentro de la órbita capitalista; el otro, el oriental, liderado por la URSS, se enmarcó dentro de la órbita socialista. Las dos potencias no se enfrentaron directamente en conflictos bélicos, sino que lo hicieron de una manera indirecta. Por medio de alianzas, políticas, militares o económicas atraían a países a su bloque de dominio. Esta estrategia, que no era más que una nueva forma de expansión, provocó conflictos armados localizados (Corea, Vietnam), sin que estas potencias chocaran directamente. A este proceso se lo llamó “Guerra fría”, cuyo símbolo fue el muro de Berlín. Construcción realizada, por Alemania oriental en 1961, para dividir a la ciudad de Berlín en dos sectores: occidental, capitalista y oriental, socialista. El muro, destruido en 1989, fue el resultado del reparto de Alemania y su división en dos Estados (1949): la República Federal Alemana, al oeste, bajo el dominio de las potencias capitalistas y la República Democrática Alemana, al este, bajo el dominio soviético. 
Estados unidos trató de detener el avance del comunismo. Temía que una crítica situación económica de Europa favoreciera la expansión socialista y comunista. Trató de recuperar el mercado europeo para colocar sus productos. La solidez del modelo soviético descansó en la gran concentración del poder en la persona de Stalin, en la eliminación de los opositores y en el culto a su figura. La muerte de Stalin originó tensiones entre los dirigentes, quienes dieron comienzo a un proceso de desintegración del modelo, que concluyó con las reformas impulsadas por Gorbachov conocidas como la “Perestroika” (1985); condujeron al desmembramiento final de la URSS. Esta caída arrastró a los países socialistas europeos; se disolvió el Pacto de Varsovia que pone fin al mundo bipolar, fin de la “guerra fría”.

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