LA RESISTENCIA EUROPEA (1939 - 1945)
“En los países ocupados por las fuerzas del Eje [...] las persecuciones
raciales, la enajenación de todas las libertades, la autoridad cada vez más absoluta
de la Gestapo persiguiendo a los patriotas con la ayuda de colaboradores a sueldo,
todo ello fue la más cruel de las realidades para los habitantes de los países
ocupados. [...].
[..] en los países momentáneamente vencidos, la derrota comienza tras la
derrota de los ejércitos normales, e incluso a veces después de la desaparición de
los gobiernos legítimos. Compuesta únicamente por voluntarios, no tardará en ser
una conciencia colectiva, bastante más que las fuerzas regulares. A partir de una
gota, se extenderá como el aceite. Sus métodos de acción bajo la ocupación habrán
de ser enteramente opuestos a los de la guerra convencional: durante los combates
de liberación, la resistencia se combinará con los ejércitos aliados, y en ocasiones
se incorporará a ellos. Por supuesto, comparadas con las operaciones ejecutadas
por las fuerzas regulares, las acciones de la Resistencia son de magnitud reducida.
Pero éstas habrán ayudado muy eficazmente a aquellas.
En Checoslovaquia, Polonia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica,
Luxemburgo, Francia, la Resistencia se consolida cada día más por medio de:
1)
servicios de información que pronto cubrirán toda Europa, 2) acciones de sabotaje
que, llevada al cabo al principio de modo aislado y deshilvanado, se organizará
posteriormente siguiendo un plan de conjunto y bajo las órdenes del alto mando
interlineado, 3) ejércitos secretos, que con tanto éxito habrían de ayudar a las
tropas de desembarco y que con tanta frecuencia facilitarían su misión, 4) prensa
clandestina que se multiplicó enormemente y diversas modalidades de guerra
psicológica, 5) ayuda a los evadidos, a los judíos, a los prófugos y otros “ilegales”.
En la Unión Soviética, las poblaciones civiles, junto a las unidades
marginadas de las fuerzas regulares que esquivaron la captura, emprenden la
guerra de guerrillas, paralizando la retaguardia, cortando las comunicaciones,
atacando los transportes, los cuarteles generales y los aeródromos, destruyendo los
depósitos [...].
En Yugoslavia, la guerrilla fue implacable y permanente. Las fuerzas de
guerrilleros habrían de ir transformándose paulatinamente en ejércitos regulares
que acabarían por liberar su país prácticamente solos” (Bernard. 1996, 14-23).
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